miércoles, 9 de noviembre de 2011

Historia de una guerra: El lado más amargo de la batalla...


(...)Mariela dejó de prestar atención al doctor y la dirigió a quien hasta que la guerra había empezado era su compañero, su amigo, su alma gemela, su amor verdadero. Y él la miraba con los ojos empañados y curiosos, como viviendo en un mundo de olvido. Pero volvió a admirar aquella belleza que tanto había adorado, aquellos ojos marrones, aquellos labios rojos, y mirando su rostro recordaba de manera liviana una voz, unas caricias, susurros, dulzura, sentimientos a los que no podía atribuir palabras pero que sentía como si de nuevo los estuviera viviendo.

            -  Adolfo, descansa, lo necesitas –le pedía Mariela con una media sonrisa.


- Adolfo… Adolfo… -repitió el joven desconcertado, ya ni siquiera recordaba su nombre.

            -  Duerme, en el sueño encontrarás descanso y yo estaré aquí… a tu lado – y acarició suavemente el rostro malherido del joven.

        - ¿Quién eres? –un puñal pareció atravesar el corazón de Mariela al escuchar estas palabras.

        - Descansa –dijo sobreponiéndose.

Mariela vio que los ojos abiertos de Adolfo se perdían en el infinito, que sus respiraciones eran mucho más alejadas y poco profundas. <<Es la hora>> dijo el doctor apiadándose de ella y dejándola sola con un Adolfo que estaba abandonando su mundo, su vida, que se estaba marchando para siempre donde no sabía cómo encontrarle. Intentó que no hablara más y le tomó de la mano con fuerza, él respondió apretándola, aferrándose a una sensación lejana que le ayudaba a sentirse tranquilo (...).

"El fragmento pertenece a un proyecto que llevo varios años desarrollando sobre la guerra civil española, está escrito en su totalidad por mí".

Mayte.


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